Alguna
que otra vez hemos escuchado decir aquello de “ha nacido para esto…”, haciendo
referencia a alguien que tiene una cierta habilidad o talento para algo.
El
talento o la habilidad no es garantía de éxito; además de ello, es necesario el
entrenamiento. El talento es importante, pero sin entrenamiento sólo supondrá
el 10% de los resultados. Sin embargo el entrenamiento constante, ayuda a
alcanzar habilidades que puede
acercarnos al 90% de los resultados.
Mi
padre fue mecánico, tenía un taller propio, utilizaba con destreza el torno y
la fresadora. En aquel ambiente yo escuchaba decir que para ser un buen
tornero, era necesario nacer con esas habilidades. Dicho esto, se presuponía
que un tornero ya nacía con ese talento. Es decir, yo que de “manitas” tenía
poco, más bien era un “manazas”, estaba inhabilitado para ser tornero o
fresador.
Con
el tiempo, me formé – en aquella extinta Formación Profesional, cuando aún le
daba la mano a la Maestría Industrial – como mecánico. Adquirí los
conocimientos técnicos para ver la pieza finalizada en un trozo de acero en
bruto, adquirí la técnica suficiente para diseñar, calcular y ejecutar el
proceso y hacer que la pieza fuese perfecta. Alcancé el nivel que buscaba como
mecánico. Tal fue la sorpresa de mis avances que un día sorprendí a mi padre,
echado en su cama, leyendo uno de mis libros de Tecnología, intentando
comprender el desarrollo canónico de un proceso de fresado. Cualquiera, con
técnica, preparación y entrenamiento constante puede hacer casi cualquier cosa.
Confieso
que jamás desarrollé mi vida profesional en la mecánica. Una vez conseguida
aquella meta, preferí estudiar y dedicarme a otros espacios.
Técnica,
preparación y entrenamiento constante, hacen al mecánico, al vendedor, al
ingeniero, al informático e incluso nos ayuda a adaptamos a las habilidades
sociales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario