Antes
del 6 de mayo de 1954 existía una creencia común: “el hombre no estaba capacitado para correr 1 milla en menos de 4
minutos”, era físicamente incapaz de conseguirlo; incluso algunos estudios
médicos así lo aseguraban, razonándolo en la estructura ósea y muscular humana.
Este hito, fue una barrera psicológica que el ser humano intentaba superar
desde el siglo XIX, sin éxito. Lo cierto es que muchos lo habían intentado y
nunca se había batido esa marca, ni se podría según la creencia establecida.
Cuando
algo así nos ocurre y sistemáticamente no conseguimos un objetivo, pensamos y
llegamos a creer que esto es así y que siempre ha sido así, sin más, llegamos a
establecer un límite: nuestras creencias limitantes. Y apartamos otras
posibilidades, opciones y métodos.
Ese
día Roger Bannister rompió la barrera de los 4 minutos, la estableció en 3’59.4’’,
la mítica barrera había caído. Entonces ocurrió algo curioso, lo imposible fue
posible. En menos de dos meses el australiano John Landy le arrebató el record
mundial, superó esa marca dejándola en 3’58’’. Desde entonces, más de 20.000 personas
lo han conseguido. ¿Qué pasó para que todas estas personas, incluso jóvenes de
secundaria lo consiguiesen?
Simplemente
sabían que se había hecho, que era posible. Hubo otra creencia, una creencia no
limitante, sino potenciadora que rompía lo “inalcanzable”. Esas más de 20.000
personas llegaron a la pista creyendo, siendo sabedores en su interior que
alguien lo había logrado, ¡era posible y ellos podían hacerlo!
Si
alguien puede convertir un sueño en realidad, entonces tú, yo y todos también
podemos hacer nuestros sueños en realidad. Sólo hay que verlo claro dentro de
nuestra cabeza, creer, entrenarse para el éxito y luchar con denuedo.
Quizás
necesitamos ver que alguien ha conseguido metas, para ser capaces nosotros
mismos de alcanzarlas. Sin embargo, no basta con creer. Estar preparados es
fundamental, como lo es el esfuerzo y sacrificio, sin ellos no hay éxito.
Como
curiosidad Roger Bannister abandonó el atletismo y consiguió, según él, su
mayor triunfo: acabar medicina y convertirse en un reputado neurólogo. Para
nadie fue notoria aquella hazaña, sólo para él. Los sueños son nuestros, nos
pertenecen y nadie puede arrebatárnoslo al menos que lo consintamos.
Manuel Jigato Rubio
Coach Ejecutivo y
CEO de QuercusBPR